En la sección “Grandes decisores” convocamos a CEOs, Directores y Gerentes de empresas de primera línea para que compartan con nosotros sus experiencias profesionales en la toma de decisión. Como “yapa”, les pedimos que nos brinden consejos para tener en cuenta a la hora de tomar decisiones.
Para esta entrevista contamos con la participación de:

"Pensar en el futuro"
1. ¿Podrías contarnos una decisión de las más difíciles que hayas tenido que tomar?
En el área de Recursos Humanos, las decisiones referidas a las ofertas laborales suelen ser complejas. Por un lado, siempre está la decisión acerca del candidato adecuado para la posición (especialmente en el caso de candidatos externos), y por el otro lado hay que jugar con sistemas de objetivos múltiples en conflicto.
Por ejemplo, si queremos contratar un candidato con mucha experiencia, pero además con mucho potencial; o si queremos talento de alto nivel, pero por otro lado necesitamos mantener los costos al mínimo posible. Todo eso hace que tengamos que evaluar cuidadosamente cómo influye cada variable. Si uno agrega demasiadas restricciones al sistema, probablemente no haya ninguna alternativa viable, lo que en términos prácticos significa que hay que tener valentía para saber “deshacerse” de mundos ideales utópicos, de personas perfectas que no existen realmente.
Es clave saber cuál es el objetivo de la búsqueda: ¿quiero a alguien para desarrollar, o a un ejecutivo experimentado que rápidamente produzca resultados? Si tengo que sacrificar alguno de los atributos clave del puesto, ¿en cuál estoy dispuesto a ceder algo de terreno? ¿Estoy dispuesto a tomar a alguien que no concuerde 100% con el perfil, o los aspectos marcados son tan críticos que no pueden menos que cumplirse?
Por otra parte, siempre es interesante tener en cuenta que las personas que estamos considerando son justamente eso: personas, y como tales, tienen necesidades, deseos, expectativas y emociones, y todo eso también tiene un impacto en el proceso de selección.
A mí me toca hacer ofertas de trabajo, pero también me ha tocado “estar del otro lado”, por ejemplo, cuando recibí la propuesta para integrarme a Starwood, o para crecer dentro de la organización.
2. ¿Cómo la abordaste? ¿Con qué dificultades tenías que lidiar?
Las condiciones iniciales para la decisión son bien diferentes según si uno ya trabaja en la organización o si la propuesta es para sumarse a una nueva empresa, pero la recomendación es la misma para cualquiera de los casos: buscar la mayor cantidad de información posible.
Esto se logra con múltiples fuentes: el sitio web de la compañía, sitios de empleos, y sobre todo preguntando abiertamente durante el proceso de entrevistas. Una persona que hace preguntas es una persona que está interesada, y que muestra que se involucra como decisor.
En mi caso, para la decisión de aceptar la posición actual, me fue muy útil poder conversar abiertamente con quien iba a ser mi jefe, saber qué esperaba de mí en un momento inicial y cuáles eran las expectativas a largo tiempo. Y aunque parezca riesgoso, también me sirvió aclarar cuáles eran mis principales áreas a desarrollar, para contar con su apoyo en esos temas. Ahora, yo mismo tuve que pasar por un proceso de re-evaluación de objetivos a la hora de decidir: en mi caso, yo priorizaba el crecimiento profesional, por lo que valía la pena salir de la zona de confort en la que podía estar para ganar experiencia en una posición que planteaba desafíos más complejos.
En síntesis podemos decir que no hay un único decisor (ni el empleador ni el candidato), sino que ambos interactúan, y que las sucesivas iteraciones van cambiando las percepciones de cada uno, y eso también tiene un impacto en el análisis de la situación. Por último, frecuentemente hay múltiples candidatos para una posición, lo que le agrega aún más complejidad a la situación!
3. ¿Qué consejos le das a quien quiere ser un buen tomador de decisiones?
Mi principal consejo sería pensar en el futuro, no lamentar el pasado.
Cada vez que decidimos, elegimos hacer algo y dejar de hacer otras cosas, y esto implica que hay que hacer rápidamente una especie de duelo para aceptar que hay “mundos perdidos” al elegir una alternativa sobre otra. Pero lo que no ocurrió, no desapareció, no lo perdimos, ¡sino que nunca existió! Entonces, en lugar de atormentarse por un “qué hubiera ocurrido si…”, aconsejaría pensar “qué puedo hacer ahora”. Ahora bien, si hubiera algo de la alternativa no elegida que me gusta, puedo pensar nuevos caminos para acercarme a eso que me gusta en lugar de lamentarme.
El cambio conceptual es, en lugar de quedarse pensando en “qué hubiera pasado si la pelota hubiera entrado en vez de pegar en el palo”, enfocar las energías para ver “cómo hago para hacer un gol en la próxima jugada”.
Dicho de otro modo, mi consejo es a actuar y preferir siempre lamentarse más por acción que por omisión. De esa forma, podemos acercarnos más a lo que queremos, en lugar de paralizarnos y alejarnos.
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