Creo que todo pasa por alguna razón. La gente cambia para que puedas aprender a dejarlos ir. Las cosas van mal para que puedas apreciarlas cuando están bien. Crees mentiras para que eventualmente aprendas a no confiar en nadie que no sea tu mismo, y a veces, las cosas buenas fracasan para que otras mejores puedan venir.
lunes, 13 de diciembre de 2010
El miedo
Muchas veces tenemos miedo... Miedo de lo que podríamos no ser capaces de hacer. Miedo de lo que podrían pensar si lo intentamos.
Dejamos que nuestros temores se apoderen de nuestras esperanzas.
Decimos que no, cuando queremos decir que sí. Nos callamos
cuando queremos gritar y gritamos con todos cuando deberíamos
cerrar la boca.
¿Por que? Después de todo sólo vivimos una vez. No hay tiempo de
tener miedo. Entonces basta. Haz algo que nunca hiciste. Atrévete.
Olvídate que te están mirando. Intenta la jugada imposible.
Corre el riesgo. No te preocupes por ser aceptado. No te
conformes con ser uno más. Nadie te ata. Nadie te obliga. Sé tú
mismo. No tienes nada que perder y todo, todo, todo por ganar.
Muchas veces creemos en el destino. Rezamos, esperamos que las
cosas pasen y nos olvidamos de lo más importante. ¡Creer en
nosotros mismos!
Nos conformamos en vez de arriesgarnos. Sin pensar que cada día
que pasa nunca volverá. Nada está escrito. Nada está hecho. Ni
siquiera lo imposible. Todo depende de nuestra voluntad. De esa
fuerza que nos sale de adentro. De decir "si puedo" a cada
desafío. Tenemos el poder. Cuando estamos decididos. Cuando
estamos convencidos, cuando de verdad queremos algo, no hay
obstáculo capaz de imponerse Si queremos podemos llegar alto,
hacer lo que sea... Sólo hay que proponérselo. Si sueñas con ser
el mejor del mundo... Si sueñas con los aplausos... Si sueñas
con ganar campeonatos... Despiértate!!
Dentro de ti hay 206 huesos y más de 700 músculos esperando.
Sólo falta tu decisión. Tus ganas de jugar como nunca.
Enfréntate a tu destino. No seas solo un espectador. Pide la
pelota y créete su dueño. Exígete más y más. Vive sin domingos.
Corre cada día un poco más lejos. Salta cada día un poco más
alto. Conviértete en tu propio ídolo. Súmate a dar vuelta el
marcador. Cuando no esperes nada de los demás. Cuando sientas
que cada tanto depende de ti, se fortalecerá tu espíritu.
Y poco a poco, las voces se convertirán en ovación. Tus respiros
se llenarán de logros, y tu vida de sentido. Están los que usan
siempre la misma ropa. Están los que llevan amuletos, los que
hacen promesas, los que imploran mirando al cielo, los que creen
en supersticiones.
Y están los que siguen corriendo cuando le tiemblan las piernas.
Los que siguen jugando cuando se les acaba el aire. Los que
siguen luchando cuando todo parece perdido. Como si cada vez
fuera la última. Convencidos que la vida misma es un desafío.
Sufren pero no se quejan. Porque saben que el dolor pasa. El
sudor se seca. El cansancio termina. Pero hay algo que nunca
desaparecerá, la satisfacción de haberlo logrado.
En sus cuerpos corre la misma sangre. Lo que los hace diferentes
es su espíritu. La determinación de alcanzar la cima. Una cima a
la que no se llega superando a los demás. Sino superándose a uno
mismo.
El mundo esta en las manos de aquellos que tienen el coraje de
soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños.
Ramon Mena
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario